Cuando la torre seis del
complejo Space se fue al piso, el 12 de octubre de 2013,
Jaime
Ramírez seguía enrumbado. Se había ido para Santa
Fe de Antioquia con sus amigos, a disfrutar los dos
Partidos de la Selección Colombia ante Chile y
Paraguay, con los que el equipo aseguraría el tiquete para Brasil 2014.

La noche anterior los chilenos se fueron con un 3-3 que les resultó entre increíble y vergonzoso, porque los colombianos remontaron un 0-3. Y Jaime celebró.
Al día siguiente a este ingeniero civil, al servicio del Dagred, le informaron de la tragedia en Space. Y como él es el único de esa institución certificado en búsqueda y rescate en estructuras colapsadas, abortó su plan de ver el partido del 15 ante Paraguay y salió hacia Medellín.
Cuatro meses después, Jaime conserva en su mente y su piel las huellas de la tragedia. En su mente por-que las historias le brotan en cada conversación, y en su piel porque decidió tatuarse los edificios del complejo habitacional, para recordar por siempre que semejante dolor no debió suceder. Ni se debe repetir.
Imborrable
Es una imagen generosa en tamaño, ubicada en la parte superior izquierda de la espalda. Allí debían estar dos perros pastores alemanes que lo tienen encantado, pero el ingeniero los cambió y no se arrepiente de ese impulso. El responsable’ del tatuaje se llama Juan Felipe Colorado y su taller está en la avenida La Playa.
Una huella
El ingeniero Ramírez lleva 14 años al servicio del Departamento Administrativo de Gestión del Riesgo de Desastres
(Dagred) de Medellín. Y aunque desde esa posición ha visto todo tipo de calamidades, Space no deja de impresionarlo: “la pujanza de la ingeniería en Colombia ha salido de Antioquia, y que una deficiencia ocasione esto, entristece bastante”.
En la zona de la tragedia estuvo dos semanas seguidas, a partir del domingo 13, con jornadas hasta de 36 horas que lo hicieron merecedor de llamadas de atención, porque nunca es bueno llevar el cuerpo al límite. Allí participó -por ejemplo- en la decisión de entrar a sacar los cuerpos de las víctimas (11 en ese momento; ahora 12), por-que estaba seguro de que se podía hacer sin arriesgar la integridad de los rescatistas.
"Cada vez que encontrábamos un cadáver me preguntaba cómo alguien pudo permitir algo así”, dice con
Tristeza.
Ahora se prepara para participar en la implosión
La nostalgia de Space
El martes volvimos al edificio Space con Jaime Ramírez, ingeniero que participó en la estabilización de la torre cinco, luego del colapso de la torre seis.
El contraste entre el sonido de la maquinaria y los cientos de personas que trabajaban allí hace cuatro meses y el silencio de ese día era notable.
Solo algunos carros que pasaban por la transversal superior se escuchaban en el sitios y algunos incluso se detenían a mirar lo que que-da de esta tragedia que aún
le duele a la ciudad.
Así contó él las sensaciones al volver a ver Space cuatro meses después:
“Al volver aquí siento mucha nostalgia de las personas que perdieron a sus familia-res y de las personas que perdieron sus casas, yo espero y le ruego a Dios que a mí no me pase una cosa de esas, que yo pueda seguir conservando cada rincón de mi casa o de mi hábitat y eso debe de ser muy duro, sobre todo para las personas que vivieron en esta unidad”, dijo.
“Yo no viví en ella, pero
conviví dos semanas en unas condiciones muy críticas, fueron dos semanas continuas de labores de rescate y detrás de un objetivo, en 14 años que llevo trabajando en Medellín nunca me había tocado una cosa de estas, ni en la época de los atentados terroristas habíamos tenido un colapso de una estructura tan alta”, precisó.
Jaime mira al edificio Space como si se tratara de un hogar que ha dejado atrás, pero él se encontrará de nuevo con Space el 18